Día mundial de respuesta al VIH-SIDA.
Desde este primero de diciembre, Día Mundial de Respuesta al VIH-SIDA, seamos valientes y decidamos qué es lo que queremos antes de cometer actos de los que después nos tengamos que arrepentir, arrastrando con ellos a quienes no lo merecen.
Martha es una muchacha como otra cualquiera. Muy tranquila, va a la escuela, realiza sus tareas, ayuda con los quehaceres de la casa, sale a fiestas con sus amistades, en fin: una muchacha normal. Lo sé porque es
vecina mía.
Hoy Martha está destruida. Su vida se cae a pedazos. Pues su novio, en una de sus aventuras, adquirió el VIH. Y ella teme estar enferma también. Pero más que por eso, teme que todos sus sueños no se hagan realidad si de
verdad se confirma su sospecha.
Esta solo es una de las tantas historias que se cruzan en silencio por nuestro camino a la vez que andamos por las calles de nuestra ciudad. El nombre de Martha, puede ser el de cualquier joven del mundo.
Y todo por culpa de la infidelidad: la errada práctica juvenil de cambiar de pareja como si fuera una carrera de relevos por disfrutar de más placer, que suele finalizar en cuentos como el anterior.
¡Pero si solo fuera una simple práctica juvenil! Se practica a todos los niveles y edades, aunque el cuerpo no lo soporte. Y sus consecuencias suelen variar a medida que los infieles se adentran en la adultez, pues se supone que ya sean más sus responsabilidades en la vida.
Me parece que a veces ignoran los efectos que pueden causar sus acciones. Sobre todo efectos psicológicos: la autoestima se derrumba, se pierde la confianza y la seguridad: la infidelidad puede transformar vidas.
No hablaré de lo que pasa cuando producto de una infidelidad los miembros de la pareja quedan afectados por Infecciones de Transmisión Sexual, porque no pretendo convertir estas líneas en el discurso al que ya estamos acostumbrados, sin embargo, es bueno tener este enfoque presente también.
Ahora me pregunto, ¿porqué suceden estas cosas? ¿Por qué el ser humano es tan inconforme? ¿Es que no nos podemos contentar con lo que tenemos? El que ya tiene una relación estable, ¿para qué quiere dos o tres?
Debe de ser una obsesión que se inoculó en los humanos cuando Adán y Eva mordieron la manzana. La serpiente sigue reinando en nuestras cabezas a pesar de las múltiples advertencias repetidas una y mil veces por los medios de comunicación.
¿Existe acaso perdón para quienes rompen en un acto de egoísmo lo más bello que hay en este mundo? Realmente, no lo creo. Pero si no perdonamos, ¿seríamos humanos? Lo que se necesita solo es un poco de conciencia y algo de valentía.
Entonces, desde este primero de diciembre, Día Mundial de Respuesta al VIH-SIDA, seamos valientes y decidamos qué es lo que queremos antes de cometer actos de los que después nos tengamos que arrepentir, arrastrando con ellos a quienes no lo merecen.
Fuente: Gabriel García Galeano, AIN
Dedicado al amigo Jaime.
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