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CRONICA POR MI PADRE AUSENTE.

Son de esos días que una sabe que va a llegar y ni si quiera puede dormir en su espera.
Corría por las calles pensando que te gustaría de regalo mi viejo, el último libro de arqueología, el dibujo indescifrable de tu nieto Ernesto. O espera este espacio para escuchar un trabajo radial y después convertirte en mi tribunal, incluso a veces te imaginaba con la toga de juez, listo para dictar sentencia. Yo siempre confiaba en tu sabio oído. Aquel día acepté… un… hablaste demasiado rápido, ese tema no se aviene con la música, o te faltó …..Tal o más Cual frase para cerrar arriba tu crónica.
Este domingo después de tus sesenta y cinco y mis 35 años juntos, es la primera vez que no acudes a tu fiesta por el día de los padres… y qué curioso siento tan cercana tu presencia después de una prematura despedida que por nada del mundo se me ocurre hoy saberte ausente mi viejo querido.
Claro, hoy vives en cada cuento de mi infancia, en las historias de cartillas y faroles en las empinadas alturas de tu Escambray, o en aquellos sitios arqueológicos descubiertos por ti en el mencionado macizo de Guamuaya. Tu Nicaragua añorada después de aquella misión y la inmensa admiración por Fidel que lograste sembrar en mí.
Extraño el sonido de tus botas, el abrigo verde en pleno verano y tu boina miliciana y el timbre de tu voz. Yo te extraño a ti.
Hoy no perdonarías mis lágrimas porque se que aplaudes mi risa, la felicidad toda y mis deseos de vivir, yo me resisto a tu ausencia en este, mi primer día de los padres sin ti.
Vendrán más domingos, pero tu ejemplo papá es y siempre será el de hacer el bien y tener presente que la vida es plantar una semilla para que el árbol del tiempo nos ofrezca sombra en la vejez. Este domingo siembro el mío y acudiré sin falta a regar el tuyo en nombre de los dos. Mi viejo
Fue una crónica desde el centro del país de Bolivia Tamara Cruz.

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